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domingo, 7 de marzo de 2010

Ella Martinez - Antofagasta, Chile


De once a tres


Caminando en el fango, te quejas de mis pasos inseguros,
entonces me dices que porque es domingo,
el pasto está seco y nos revolcaremos como si fuera sábado,
luego de ser mariposa, el lunes soy sólo insecto,
se escucha un disparo a lo lejos, se esfuma otro a quién no he conocido.

Y vendo cien cigarros a desconocidos,
digo mil quinientas veces que no hay café,
y junto con las miradas de sándwiche vencido,
de las 3 sudan las 11, de las 11 sudan las 3,
no me falta tiempo para imaginarme un mensaje,
no me falta ni me sobra "buenas noches"
se hace agrio el aliento cuando me olvido a quién se lo dije,
me siento con los pies cansados,
y repaso dos millones en cigarros,
me digo mil veces "tonta", me río más tarde de mi estupides.

Hago cabriolas innecesarias para pensar menos,
más tarde me imagino que es domingo,
que volví a ser mariposa,
que tu volviste a ser gato,
que el pasto está seco,
estoy entonces, un poco más lejos cuando digo "buenas tardes",
cierro un día más,
me faltan los poemas,
y las monedas que no son mías,
recuento una, y otra, mientras digo,
buenas noches,
aunque me trago un "vállase, idiota",
de las 3 sudan las 11, de las 11 sudan las 3.




Las cosas cambian

Una estrella se suelta del cielo y se deja caer en las olas, formando espuma,
luego la mar la escupe, indeseada,
como el grano de arena de la ostra, que forma a la perla.

un niño se pierde entre la gente y se lo tragan las sombras,
se ha hecho adulto,
las pisadas en el papel entintado se niegan a ser impresiones de un pasado tan cierto,
las nubes se desordenan y desarman las figuras,
y el conejo se hace rana, dragón y luego ballena,
que es tragada por la espuma ¿y luego?, luego nada,
estrellas que se sueltan del cielo y caen a las olas, formando espuma,
para que la mar, las escupa indeseadas.

Se borra, se olvida, no quedando más que la sabia cruda que sube por el tronco,
vestigios líquidos que nadie toma en cuenta,
tanto a la hora de hacer una casa, como una fogata.

Yo no me olvido de la sabia, ni de las estrellas secas,
que se convierten en conchas,
tu rostro de príncipe borra la resaca del otro día,
que apago y escupo indeseada, tomando litros de agua.

Pero no olvido la sabia.
guardo las pisadas del niño comido por las sombras,
un residuo de sal queda en mis labios creando dulces afrodisíacos,
llega una ola y borra tu nombre,
sube la sabia cruda,
y te estoy esperando.